El primer paso

Enero de 2011: algo nos hace reaccionar, por nuestras cabezas ronda la idea de abandonar el país. Tenemos conocidos y amigos que ya no están en España, se han ido fuera a estudiar o trabajar y les va bien. «Nosotros somos de esos, no tenemos miedo a lo desconocido», pensamos.»¿Por qué no nos vamos también? Y así es cómo comenzó todo…

Nos pasábamos días enteros mirando becas, trabajos fuera…hasta que nos decidimos por una: Beca del Gobierno Chino. Había que diferenciarse del resto, marcar un antes y un después en nuestras carreras y qué mejor que en China, un país en plena expansión y con un poder económico cada vez más grande. La idea era buena, ahora sólo teníamos que esperar.

Como os podréis imaginar, no nos concedieron la beca (cuando en la lista de becados hay alguien que tiene nombre chino…algo huele a chamusquina XD), así que había que buscar un Plan B. Seguir los pasos adecuados para que todo saliera bien, marcarnos unas fechas y elegir una ciudad.

¿Dónde?  Hohhot, a la tierra del hielo y el fuego… Febrero era un buen momento, dejaríamos todo arreglado en España y vendríamos a China con más ganas que nunca de empezar una nueva vida. Ahora que nadie nos oye, creo que no meditamos bien la fecha, ¿a quién se le ocurre irse a una ciudad con mínimas de -30º? Es de locos!!! ¿no? Umhhh…y febrero como uno de los meses más fríos! Uff! 😉

La mayoría, sino todos, os preguntaréis por qué hemos elegido esta ciudad y no Beijing, Shanghai o cualquier otra más cosmopolita, pero supongo que el conocer alguien aquí, contar con su ayuda, tener ya referencias de la ciudad y más en un país como este, son razones más que contundentes para elegirla. Si a eso le sumas que la posibilidad de hablar inglés es nula y la velocidad con que tienes que aprender chino es diez veces más que en ciudades con más extranjeros rondando, hacen que todo lo que «necesitábamos» estuviese aquí.

Los siguientes pasos del camino fueron viniendo poco a poco: contacto con la Universidad, papeleos, visado…momentos tensos y momentos de alegría, pero sobre todo mucha ilusión y nervios en cada día importante.

Recuerdo varios días D (díasdeestoynerviosaquetemueres):

– El día que se lo dijimos a mi familia.

– El día en que esperábamos la carta de invitación de la universidad. No entendíamos nada, todo estaba en chino pero nos daba igual, la sensación fue muy guay.

– El día que fuimos a hacer el visado. Tela marinera la de papeles que hay que presentar.

– El día en que se lo dijimos a nuestros jefes. Nervios a tope.

– El día antes del vuelo.

– El día del vuelo…

Y así podría estar días enteros 😉

Como todas las grandes decisiones, ésta ha sido pensada, reflexionada y meditada para que no se nos escapara ningún detalle y todo saliera bien. Fueron meses de atar cabos, contactar con gente, calcular, ahorrar y, sobre todo, intentar aprender todo el chino posible.

El chino es un idioma que… ¡telita con el chino jajaja! No es suficiente con que su lengua sea tonal y haya que pronunciar las sílabas de de acuerdo con su tono, porque sino significa una cosa totalmente diferente, sino que además la escritura es a base de palitos y trazos donde un «palito» mal puesto puede ocasionar que te estés cagando en el de enfrente. Todo un desafío, amigos!

Y creo que a nosotros los desafíos nos gustan, no parar de estudiar nunca, aprender chino, irnos a vivir al otro lado del mundo…sí, creo que va en la personalidad de cada uno y…nada, aquí estamos, haciendo memoria de cómo, cuándo y por qué, decidimos volar de Madrid a Pekín e instalarnos en una ciudad, un poco más al norte, llamada Hohhot.

Hasta la próxima entrada, espero que la hayáis disfrutado.

Besos a todos y a todas :=)