Karaoke Time!

Las pelis americanas han hecho mucho daño. Uno se compra el billete de avión ilusionado con que al llegar a su nueva vida universitaria, se encontrará clases llenas de gente deseando ser tu colega, y luego llegas te encuentras que un 95% son mongoles y no tienes ningún modo de comunicarte con ellos. Bueno, es probable que esto no pase en todos lados y, de hecho, es probable que sólo pase en Hohhot (o Mongolia claro). En cualquier caso el resultado es que después de un año en Hohhot, conseguimos hacer amistas esencialmente con un francés, un togolés, una española (siendo la única entre 3 millones de habitantes mal se nos tenía que dar) y poca cosa más. Cualquiera que me conozca se preguntará ¿cómo narices has pasado un año sin hacer amigos tú que hablas hasta con las plantas? Pues se debe esencialmente a que a) no hablo mongol b) los mongoles no hablan más que mongol.

Por suerte, con el cambio de ciudad cambiamos de universidad y nos comía la pregunta ¿como serían los nuevos compañeros? La respuesta es «diametralmente opuestos». Aquí hay varios factores para explicar este cambio:

1. No hay demasiados alumnos de ningún país concreto. Como ya conté en el post anterior, los que ganan son los coreanos pero no conforman ni el 40% de la clase.

2. Nos podemos comunicar. No sólo por el hecho de que algunos compañeros hablen inglés, sino porque el nivel de chino suple más que de sobra la comunicación. De hecho el idioma que usamos para hablar entre nosotros es el chino, independientemente de que compartamos otros idiomas.

3. Los coreanos y japoneses no son mongoles. Los primeros no tardan ni una hora en preguntarte cosas de tu país y tus costumbres. Que un coreano te diga «Hasta la victoria siempre» y sepa que lo dijo el Che o que diga «La economía de España e Italia están mal pero la de Alemania bien» ya te indica que su nivel de curiosidad es bastante alto. Para los que penséis que en todo el mundo saben que la economía de España va mal, solo deciros que aquí un gran porcentaje de gente no sabe ni que España es parte de Europa.

Tan es así que al segundo día nuestro compañero camboyano se levanto en mitad del descanso y soltó «¡compañeros! Este viernes cenamos juntos y luego salimos». Así, sin preguntar ni pollas, como a mí me gusta. Y como era de esperar, el viernes, con puntualidad japonesa, estábamos todos en la puerta de la universidad rumbo a la cena.

La cena empezó con retraso por eso de ir 18 a un restaurante sin reservar antes. Lo bueno que sacamos fue ver como nuestra compañera china le echaba una bronca de cagarse patas abajo a la gerente, por mentirnos en el tiempo de espera. Después del viernes tengo claro que esta compi no se pone minifalda porque se le ven los pelos de los huevos. Poco después ya estábamos sentados ojeando que nos íbamos a pimplar.

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Al minuto de sentarnos hicimos un pacto/juego que, si alguna vez estáis en esta situación de plurinacionalidad, os recomiendo que probéis. Por un lado, no puede haber dos nacionalidades consecutivas sentadas en la mesa, y por otro, todo aquel que use un idioma que no sea el chino paga un yuan. Os podéis imaginar que la amenaza de multa, pese a ser ridícula, daba lugar a un ejercicio de lenguaje impagable (eso y a muchas risas).

Un rato de papeo y risas después, acabamos la cena y nos preparamos para salir. Y, como era de esperar, salimos al lugar donde se sale en China (aparte de los pub/discoteca): Un KTV. Los KTV son probablemente el tipo de local más famoso de China y tiene pinta que de Corea del Sur. Son unos locales divididos en salas independientes con baño, mesas, sofá y una tele donde ponerte a cantar a tope con el karaoke. Además pagas un X (para valores pequeños de X) y te traen fruta y alcohol. Como le decía a un amigo, no hay que ser muy lince para ver que de eso a meter putas y droga hay un paso. Por eso son foco de conflicto cuando los quieren poner en Europa.

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Reunidos y liberados, ya sólo quedaba partirse la garganta cantando y ponerse chuzo (los que bebieran).


De regreso a casa, Ipae y yo llevábamos una sonrisa que decía «Joder, qué de tiempo llevábamos sin reírnos tanto». Aparte del buen rato que pasamos, yo personalmente aprendí ciertas cosas esa noche.

– Hay que viajar a Vietnam. Yo llevo años planeado un viaje de un mes Laos-Camboya-Vietnam. Después de que una compi vietnamita me enseñara dónde vivía, creo que van a ser 3 viajes de un mes. Aún no me ha pasado las fotos molonas pero estas no están del todo mal.

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– Fuera de tu país eres un embajador. Si eres el único español, noruego o chiriquitistaní que conoce un extranjero tomará tus acciones como «normales» en tu país. Nosotros aún estamos explicando a la gente que el lituano que vieron bailando con una caja en la cabeza, después de escupiera una cerveza en el suelo, no representa a los lituanos y mucho menos a los europeos.

– Ir a un karaoke con coreanos implica inevitablemente bailar el Gangnam Style. Véase

– Ir a un karaoke con españoles implica inevitablemente bailar La Bamba.

– Te pueden privar del amor, de la vida, del derecho a voto pero nunca jamas se debería de privar a nadie de un par de colegas con los que cantar la mejor versión que ha existido, y existirá, del Final Countdown. Como se que sois una panda de incultos os la dejo para que os la aprendáis:

– Puedes correr, puedes esconderte, puedes sobrevivir a un apocalipsis zombie, pero nunca podrás evitar encontrar La Macarena.

– Y por último, y seguramente más importante, he aprendido que tenemos que estudiarnos las canciones en chino porque no puede ser que seamos los únicos que no pueden cantar a grito pelao lo bonita que es la mitad y el amor chino XD. Os dejo tres temazos en chino para que vayáis practicando.



Limpieza china

Siempre me preguntan mis amigos si los chinos son tan cochinos (es decir, que se complementan a si mismos…wajaja festival del humor) como se cree de ellos. La respuesta natural es NO. Lo son mucho más. Creo que si algún día vuelvo a un país normal no voy a saber donde están los baños de los sitios porque ya me he acostumbrado a guiarme por el olfato. En cualquier caso, y para dar una imagen visual del tinglado, os pongo una foto del sitio donde comimos hace dos días.

la foto (1)

Eso si, 16 稍麦 nos salieron a 24元. Y estaban deliciosos. No se pueden pedir peras al olmo.

Buscando el genio de Aladin.

Este lunes fue la inaguración de un negocio de un amigo-de-amigo. El tipo, además de tener edificios y negocios around de city y tener pinta de ser más mafioso que Al Capone, es musulmán. Los musulmanes de aquí son de ese tipo de musulmanes que durante el Ramadan comen, beben y follan se relacionan sin ningún tipo de problema moral. El hombre pensó que la mejor manera de hacerse una oficina era construirse un edificio árabe en el centro de la ciudad que de paso tenga spa, centro de masajes, salón de comidas etc. En resumidas cuentas, el lunes había comida for free y el ser guiri me daba licencia para ir. Ipae tenía un cumpleaños así que tuve que hacer un vídeo para inmortalizar el momento. A disfrutar

Lost in translation

Mientras preparo el post sobre nuestro viaje a Xi’an -que debería de haber escrito hace dos semanas- e Ipae escribe el suyo sobre como nos colamos en una fiesta por ser guiris, los acontecimientos me obligan a escribir uno intermedio.

Vivir en un país donde no dominas el idioma es una putada. Si además le sumas que no compartes el alfabeto entonces los problemas se duplican. A nosotros estos 8 meses nos han ido pasando anécdotas variadas que seguramente serán contadas en una mesa con amigos, sin embargo, según ha pasado el tiempo y nuestro chino ha ido haciéndose más potable los problemas básicos han ido desapareciendo dejando paso a una nueva fase. Esta nueva fase la denominamos «Yo creo que esto significa…».

En esta fase somos capaces de enterarnos de entre el 10% y el 70% de las cosas que leemos con lo que la probabilidad de cagarla se mueve en ordenes inversos a esos. Los dos ejemplos que pongo a continuación dan una idea de como mola jugar a la ruleta rusa.

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La importancia de ser guiris.

En la semana (aprox.) que vivimos en el hotel, hasta que conseguimos casa, nuestra vida consistía en ver que nos deparaban los acontecimientos ya que, por aquel entonces, no sabíamos movernos mucho y vivíamos dependientes de nuestros compis chinos. Esto puede parecer que implica aburrimiento o falta de anécdotas pero nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que, siendo extranjeros, puedes dormir tranquilo (o no) sabiendo que algo te va a pasar al día siguiente merecedero de ser contado.  Aquí van dos cenas anecdóticas que nos ocurrieron esos días.

La primera fue un día que, como prácticamente todos esa semana, nos llamaron nuestros amigos chinos para ir a cenar. Nos dijeron que venía un primo suyo desde Nanjing, cosa que no era rara ya que casi todos los días venía alguien nuevo para comer con los laowais (guiris en chino). La cosa empezó a salirse de lo común cuando llegamos al restaurante. Lejos de ser el típico restaurante de aquí (es decir, con más mierda que el rabo de una vaca) este tenía pinta de ser bastante más pijo. Desde los camareros/recepcionistas hasta la decoración eran de un nivel unos cuantos millones de escalones por encima de lo acostumbrado.  Cuando trajeron la comida (antes de que llegara nadie más, de hecho) terminamos de confirmar que no era un sitio estandar.


Al rato apareció el primo y un amigo que, a pesar de no hablar ni papa de ingles, eran unos tíos muy majetes. El tipo resulto ser un físico que al acabar empezó a currar en inspección de edificios y ahora , a sus 35 años, era socio en una empresa de construcción que hacía desde rascacielos a aeropuertos (ahí es ná). En la mesa faltaban aun un par de sillas por llenar y nos comía la curiosidad de saber quien las ocuparía.  Era curioso que solo nos hubieran dicho que comíamos con su primo (y un amigo) y luego faltaran otras dos personas. No pasaron ni 10 minutos cuando llegó un hombre con cara simpática y una chica (su hija) que era del molde «pija de alta alcurnia». Del tipo de pija que coge las copas con el meñique levantado. La cena empezó y pronto se notaba que el último hombre en llegar era alguien importante. Principalmente porque, cuando un socio de una empresa constructora que además tiene 5 casas y 10 coches te habla como si fueras Dios, es que como mínimo, eres Dios. La curiosidad mató al gato y terminamos preguntando quien era. La respuesta clarificó todo: era un antiguo profesor de matemáticas de universidad que ahora era…senador!!!!. Ahí lo llevas, estábamos cenando con un senador por el simple hecho de no tener los ojos achinados. Para mayor deleite para mí tenía en la misma mesa a un físico y un matemático que eran los putos jefes y que encima les  impresionaba que yo estuviera haciendo un doctorado.

La segunda cena fue también anecdótica pero esta vez por diferentes razones. De nuevo cenábamos con su primo que, como le habíamos parecido majos, nos invitaba a una cena-reunión de amigos. La cena tenía a amigos y compañeros de trabajo de Hohhot, Beijing, Nanjing…y nosotros. El sitio en sí era una pasada. Un restaurante mongol con un teatro dentro en el que, deducíamos, se podían ver espectáculos mientras se cenabas.

Deducimos porque nosotros estábamos en una sala privada en una mesa redonda como para unas 15 personas. Aparte de la cena, que tenía desde té mongol con leche y carne hasta frutas que no están en los libros españoles, lo anecdótico fue de la mano de las ceremonias con 蒙古王 (Mongu Wang/ Rey Mongol). Mongu Wang es un licor blanco con más grados que el sol y que aquí se lo beben como agua. Esto, sumado a la Jihad internacionalmente conocida de «Emborrachemos al extranjero!!!» hacen que, a veces, no sea tan recomendable ser guiri. Yo, que no bebo nada más alcohólico que la Coca Cola, perdí la cuenta de las veces que brindé. Para poner broche a la noche (y a los brindis) asistimos a la que bautizamos como «Ceremonia de chuzarse todo el mundo (al estilo mongol)». Esta ceremonia consiste en poner a un grupo vestidos de mongoles auténticos cantando canciones mongolas (o como lo llamamos en España, gritar) y al final de cada canción le encasquetan una copa de Mongu Wang a un afortunado (y lo repiten 3 veces por victima)

La ceremonia se repite entre todos los presentes. El repertorio de las canciones se mueven entre «Gritos sobre caballos» y «Gritos sobre praderas» destacando «Gritos sobre cabras». Al final, como buenos guiris, nos toco ser victimas de la ceremonia.

El hombre del final quiso fusionar nuestra amistad bebiéndonos medio mega-chupito cada uno. La cena acabó con muchos abrazos a los extranjeros (que como se bebían los chupitos ya eran como de la familia) y muchas invitaciones a diversas ciudades de China.

Tocara visitarles a todos cuando llegue el buen tiempo!!

En el siguiente post contamos como conseguimos casa. Palabrita del niño Jesus!!!